APRENDER DE LA EXPERIENCIA

 

No serías la persona que eres hoy si o hubieras pasado por todo lo que ha sucedido en tu vida.

Cuando somos pequeños pasamos por traumas de la infancia que nos causan dolor, así vamos formando una serie de patrones de pensamiento y emocionales determinados que se cronifican a medida que vamos creciendo. Cuando somos mayores muchas veces no somos conscientes de que vivimos nuestra vida bajo la influencia de dichos patrones, no somos conscientes de que no se trata de lo que nos sucede sino más bien de cómo vivimos lo que nos sucede, ya que todos sabemos que ante la misma vivencia cada persona reacciona de forma distinta.

Cada cosa que vivimos, por muy dolorosa que nos parezca, nos trae un aprendizaje determinado, en nuestra mano está decidir si aprendemos de la experiencia con dolor o con lucidez. Cada una de las vivencias por las que pasamos tiene un sentido en nuestra vida, cada uno de los traumas que vivimos es necesario para nuestro aprendizaje personal. Cuando venimos a este mundo lo hacemos con una serie de lecciones que nos toca aprender, al paso por esta vida se nos va revelando cada una de estas lecciones y es ahí donde hemos de decidir si las aprendemos o no, si no lo hacemos, cada una de estas lecciones se volverá a repetir, si decidimos ampliar nuestra consciencia y aprender de la experiencia, iremos iluminando nuestro camino y enriqueciendo nuestra alma.

En el momento en que pasamos por una situación dolorosa, en general la emoción propia con la que vivimos esa experiencia no nos permite observar lo que está sucediendo de una forma limpia, no siendo capaces de tomar el aprendizaje necesario en ese momento, nos solemos enganchar a la emoción y nos agarramos al papel de víctimas, pero siempre llega el momento en el que la vida nos pone delante el instante justo con la fuerza necesaria para tomar esa experiencia y aprender lo que toca en cada ocasión. Para no dejarnos llevar por la emoción es fundamental no engancharse a ella, para lo cual es necesario darle salida, expresarla de la manera que cada uno considere, con el cuerpo, con la voz, escribiendo una carta… soltarnos de esa atadura y limpiar la manera que tenemos de ver lo sucedido.

Las emociones actúan como filtros de una cámara que nos empañan cada vivencia, una vez liberados de la emoción hemos de procurar tomar perspectiva y observar lo sucedido con la cualidad del observador, como si de una película se tratara en la que cada uno de nosotros es el protagonista principal, sin emoción, sin juzgar, observar el significado de la experiencia, el motivo por el que la vida nos ha puesto delante lo sucedido, hacernos conscientes y apreciar cada experiencia como lo que es, como un aprendizaje que hemos de agradecer y entendiéndolo como algo que, sin duda, va a nutrir nuestra alma.

Con el desarrollo del observador vamos penetrando en el fluir de la vida, nos vamos entregando a sus enseñanzas y poco a poco vamos aceptando que la vida nos da en cada momento lo que necesitamos.

Albert Einstein dijo algo así como que la decisión más importante que ha de tomar un ser humano en esta vida es, sin duda, decidir si el universo en el que vive es un lugar hostil que le va a aportar sufrimiento, o si por el contrario vive en un universo amable y bondadoso que va a traerle en cada momento lo que necesita.

Hemos de abrirnos a las experiencias de la vida, saber que nuestra estancia aquí tiene un sentido de aprendizaje, hemos de confiar por tanto en el universo que nos rodea y si queremos encontrar el sentido a nuestra existencia debemos sin duda dejarnos fluir por el rio de la vida.

 

Ainhoa Garmendia

Mente y Cuerpo

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